lunes, 30 de julio de 2007


El sapo verde

Ese sapo verde
se esconde y se pierde;
así no lo besa
ninguna princesa.

Porque con un beso
él se hará princeso
o príncipe guapo;
¡y quiere ser sapo!

No quiere reinado,
ni trono dorado,
ni enorme castillo,
ni manto amarillo.

Tampoco lacayos
ni tres mil vasallos.
Quiere ver la luna
desde la laguna.

Una madrugada
lo encantó alguna hada;
y así se ha quedado:
sapo y encantado.

Disfruta de todo:
se mete en el lodo
saltándose, solo,
todo el protocolo.

Y le importa un pito
si no está bonito
cazar un insecto;
¡que nadie es perfecto!


¿Su regio dosel?
No se acuerda de él.
¿Su sábana roja?
Prefiere una hoja.

¿Su yelmo y su escudo?
Le gusta ir desnudo.
¿La princesa Eliana?
Él ama a una rana.

A una rana verde
que salta y se pierde
y mira la luna
desde la laguna.


Carmen Gil

martes, 8 de mayo de 2007

Ser mamá

Acabo de leer un texto precioso, (desconozco su autor/a):

Enseñarás a volar... pero no volarán tu vuelo.

Enseñarás a soñar... pero no soñarán tu sueño.

Enseñarás a vivir... pero no vivirán tu vida.

Sin embargo...

En cada vuelo,

En cada vida,

En cada sueño,

Perdurará siempre la huella del camino enseñado.


Tomar la decisión de tener un hijo es trascendental.

Supone decidir para siempre que tu corazón lata fuera de tu propio cuerpo




jueves, 3 de mayo de 2007

Cuando las muñecas son arte... figurativo


¿Para qué se hacen estas muñecas?
¿Para jugar? ¿Para colección?
La respuesta puede estar en el anuncio de la compañía Götz: Diseñadas para colección, hechas para jugar.

Sí, para jugar; porque qué niñ@ queda indiferente ante una muñeca de éstas. Y, desde luego, ellos no la colocarían en ninguna vitrina de exposición.

Frente al bombardeo de anuncios de juguetes, frente a las modas en los juguetes, creadas y pensadas para vender más y más, frente al consumismo exacerbado al que invitan las estanterías repletas de los almacenes de Todo a un euro, existen silenciosas, lejanas, inaccesibles para muchos, estas muñecas, únicas -muchas de ellas se realizan en ediciones limitadas- hechas con mimo, cariño y mucho arte.

Queda la cuestión económica. Las susodichas muñequitas cuestan una pasta. Para que luego a su dueñito/a, le de por jugar al fútbol con ella, lanzándola escaleras abajo... Pero, es curioso, los niños saben perfectamente cuando un juguete es especial (también los padres se lo transmitimos, consciente o inconscientemente). En realidad, los juguetes en general cuestan una pasta y los niños los tienen a monsalvas. Y, los juguetes baratos suelen ser antojos de un momento: fomentan el consumismo descerebrado (se me revuelven las tripas cuando veo un niño con su mamá en un almacén: -Me tienes que comprar algo!), son abandonados por los rincones a las pocas horas porque no nació de un interés real del niño, ni tienen mucho que ofrecerle o, en el mejor de los casos acaban rápidamente rompiéndose, debido a su mala calidad.

En definitiva calidad frente a cantidad. En vez de ofrecerle a nuestro hijo cuarenta cachivaches plasticosos, qué tal si llegada la fecha señalada de regalito de rigor, nos juntamos padres, abuelos, tíos, amigos y entre todos le regalamos un juguete especial. Como cuando, en el tiempo de nuestras abuelas, un juguete era un tesoro.

jueves, 26 de abril de 2007

Martina


Apenas sabía leer cuando me regalaron un libro de Martina. Estaba escrito en portugués y allí Martina, se llamaba Anita. Aquel primer libro se titulaba “Anita no jardim”. Aún recuerdo como me embobaba mirando sus ilustraciones; aún hoy me maravillan. Tanto es así que continúo coleccionando los libros de Anita –porque los de Martina, en Español, son bastante difíciles de encontrar. Por cada viaje a Portugal, traigo de regreso un libro de Anita, como si fuera un pequeño tesoro, ilusionada como una niña. No sé si Nuria hablará o leerá algún día portugués pero, aunque no lo haga, estoy segura de que disfrutará con las ilustraciones.
Un día -ya era yo mayorcita-, conocí a mi amiga del alma, Silvia, que había pasado toda su infancia viviendo en Bégica y leyendo a Martine, que es en realidad el nombre original de la protagonista, ya que sus creadores son de origen francés. Algunas veces he pensado que quizás algo de mi amistad con Silvia se debiera a que las dos hemos sido “chicas Martine”. Y, ¿qué es una “chica Martine”?. Viendo las imágenes se puede un@ hacer una idea aproximada.


Algunos datos de la colección:
Después del primer libro “Martine à la ferme” publicado en 1954, Martine se convirtió en un verdadero fenómeno editorial.
Con unos 51 títulos, los libros de Gilbert Delahaye (texto) y Marcel Marlier (ilustraciones), se han vendido más de cincuenta millones de ejemplares. Martine se encuentra en todos los continentes y en todos los idiomas.