martes, 8 de mayo de 2007

Ser mamá

Acabo de leer un texto precioso, (desconozco su autor/a):

Enseñarás a volar... pero no volarán tu vuelo.

Enseñarás a soñar... pero no soñarán tu sueño.

Enseñarás a vivir... pero no vivirán tu vida.

Sin embargo...

En cada vuelo,

En cada vida,

En cada sueño,

Perdurará siempre la huella del camino enseñado.


Tomar la decisión de tener un hijo es trascendental.

Supone decidir para siempre que tu corazón lata fuera de tu propio cuerpo




jueves, 3 de mayo de 2007

Cuando las muñecas son arte... figurativo


¿Para qué se hacen estas muñecas?
¿Para jugar? ¿Para colección?
La respuesta puede estar en el anuncio de la compañía Götz: Diseñadas para colección, hechas para jugar.

Sí, para jugar; porque qué niñ@ queda indiferente ante una muñeca de éstas. Y, desde luego, ellos no la colocarían en ninguna vitrina de exposición.

Frente al bombardeo de anuncios de juguetes, frente a las modas en los juguetes, creadas y pensadas para vender más y más, frente al consumismo exacerbado al que invitan las estanterías repletas de los almacenes de Todo a un euro, existen silenciosas, lejanas, inaccesibles para muchos, estas muñecas, únicas -muchas de ellas se realizan en ediciones limitadas- hechas con mimo, cariño y mucho arte.

Queda la cuestión económica. Las susodichas muñequitas cuestan una pasta. Para que luego a su dueñito/a, le de por jugar al fútbol con ella, lanzándola escaleras abajo... Pero, es curioso, los niños saben perfectamente cuando un juguete es especial (también los padres se lo transmitimos, consciente o inconscientemente). En realidad, los juguetes en general cuestan una pasta y los niños los tienen a monsalvas. Y, los juguetes baratos suelen ser antojos de un momento: fomentan el consumismo descerebrado (se me revuelven las tripas cuando veo un niño con su mamá en un almacén: -Me tienes que comprar algo!), son abandonados por los rincones a las pocas horas porque no nació de un interés real del niño, ni tienen mucho que ofrecerle o, en el mejor de los casos acaban rápidamente rompiéndose, debido a su mala calidad.

En definitiva calidad frente a cantidad. En vez de ofrecerle a nuestro hijo cuarenta cachivaches plasticosos, qué tal si llegada la fecha señalada de regalito de rigor, nos juntamos padres, abuelos, tíos, amigos y entre todos le regalamos un juguete especial. Como cuando, en el tiempo de nuestras abuelas, un juguete era un tesoro.